La escritura no nació ni para la poesía ni para la ciencia ni para las cartas de amor. Como decía el antropólogo Claude Lévi-Strauss, “la función principal de la escritura antigua era facilitar la esclavización de otros seres humanos”. Al igual que otras tecnologías, la bendita palabra escrita se inventó como una herramienta de dominación: como un instrumento al servicio de los reyes y sacerdotes sumerios, que usaban a sus escribas para cobrar impuestos, contar esclavos, sacos de trigo y cabras, y administrar un imperio en expansión.